Bendita autoridad.
Designio adverso de un juego de adultos.
Éxtasis llevado al súmmum,
vestigio de lo que somos cuando nadie nos ve.
Me retas, te reto, nos retamos.
Me elevas, me escurro, nos besamos.
Te muerdo, me chupas, nos estremecemos...
Y un cálido aliento empaña el vidrio.
Diligentes tus brazos alrededor de mi espalda,
Escurridiza cadera que amenaza con elevarte.
Incontinencia de besos.
Razones de más, ropajos de menos.
Autoridad es el código, la clave.
Decir que no, contestar: ¡Da igual!
Y refutarse.
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