miércoles, 24 de julio de 2013

11. Lo propio

¿Qué es lo propio en ciertas ocasiones?

Te despiertas con un día llenito, llenito de tiempo vacío, sin esperanza, sin ánimo, sin nada ni nadie por lo que merezca poner los pies en la tarima flotante. ¡Que ironía! Ponerle ese nombre a algo que permanece a ras del suelo.

Recapitulemos: "Sin nada ni nadie por quien poner los pies en el suelo, no" Porque en realidad, si te gustaría tener que levantarte con ese propósito, cuyo nombre y apellidos hacen éxtasis en cada poro de tu piel y esas cosas... Lo único es que hoy no toca hartarse de caramelos.

De tu boca se escapa un gemido, tu cabeza se deja vencer por la fuerza de gravedad del escritorio. Miras la pared, la misma de siempre. La miras pero sin mirarla. Y de repente empieza a picarte la pierna izquierda, que ha sido atentada por un ejército de mosquitos nocturnos. Y te estiras en una silla de Ikea - esa que todo el mundo tiene y que sale en todas las series y películas - hacia atrás encuentras tu foto de uniforme, varias cajas vacías, un cuadro de los chinos y un cuaderno lleno de tachones. Tras la resaca sentimental, se encuentra un baile de interrogaciones.

Bostezas.

Vuelves a bostezar.

Te estiras, ves la foto otra vez. Ya no es ningún escándalo.

Suspiras... Has cambiado tanto en tan poco tiempo que no te reconoces... Pero has cambiado a mejor. Te sientes como una fruta madura. A veces es aburrido. Otras no está mal. Pero es que este día no tiene ninguna buena expectativa por delante... o tal vez te sorprenda.

Bueno... es la primera vez que pasas tanto tiempo lejos de ese lugar. No es la primera vez que tomas una decisión arriesgada pero... tampoco es la primera vez que sale mal. ¿O no? ¿Quién sabe? Si todo pasa por algo...

¡Hay que ver! A veces es triste hasta el consuelo...

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